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LA HUELLA DEL COJO ZAMORANO EN EL SANTIAGO DEL CENTENARIO

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  Como resultado del escenario social que sobrevino con el estallido de la Guerra del Pacífico en 1879, especialmente tras el entusiasmo popular provocado por la doble epopeya del 21 de mayo en Iquique, la atenta población chilena exigía información diaria sobre el desarrollo del conflicto bélico en el norte. Proliferaron, así, los vendedores de periódicos en las ciudades, especialmente niños diareros o suplementeros, así llamados porque repartían los suplementos noticiosos que, cada cierta cantidad de horas, largaban a las calles las principales casas periodísticas con las buenas y malas nuevas. Estos personajes fueron llamados canillitas , además, por una posterior importación desde el lunfardo argentino, popularizándose también la impropia denominación periodista para aquellos que trabajaban en la producción y venta de periódicos, incluidos los kiosqueros y voceadores de titulares. Pocos recuerdan ya, por ejemplo, que el famoso personaje Papelucho de las novelas infantiles de Marc

LUIS CORNEJO: CRÓNICA DE UN ESCRITOR AL MARGEN

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La Plaza de Armas de Santiago de los años ochenta contaba con un personaje que muchos aún podrán recordarán, sin duda con cariño y algo de melancolía: la figura de un señor delgado, calvo, narigón y de sonrisa en los ojos, vendiendo libros de su propia autoría por allí cerca de donde se encuentra la estatua del cardenal Raúl Silva Henríquez vigilando altivo y sereno la plaza del kilómetro cero de Chile. El señor aquel era Luis Cornejo, probablemente uno de los escasos escritores-juglares-pregones de la historia urbana santiaguina, además de uno de los sujetos más queridos del centro capitalino en su momento. A pesar de esto, su obra ha ido siendo rescatada y valorada en forma póstuma, más bien, creándose un culto entre los consumidores de relatos sociales.

JUANITO PUNK: “EL ÚLTIMO DE LOS MOHICANOS”

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Los buenos observadores quizá logran distinguir la extraña figura de cabeza rapada al estilo punk en el diorama del conocido artista y tallador Rodolfo Gutiérrez, Zerreitug , dentro de la Estación Metro Universidad de Chile, en Santiago. La maqueta reproduce un paisaje de la Alameda y la Iglesia y Convento de San Francisco a principios del siglo XX, en pleno centro de la capital y a escasa distancia del escenario reconstruido en la vitrina del Metro, por lo demás. El singular y anacrónico detalle está allí a la vista de todos, pero no muchos lo advierten distraídos en la complejidad de la composición magnífica que hace Zerreitug : tiene un innegable parecido con el corte de pelo mohicano que llevara el actor Robert de Niro en las más famosas escenas finales del clásico filme “Taxi driver”.

MARCOS VALENZUELA: EL ÚLTIMO FOTÓGRAFO DEL CERRO SANTA LUCÍA

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Marcos Valenzuela Rodríguez era un personaje inconfundible en Santiago Centro: siempre ubicaba su vieja cámara minutera y de pedestal con patas en el sector de la Plaza Benjamín Vicuña Mackenna, a los pies del Cerro Santa Lucía y muy cerca de la pomposa estatua del intendente que diera vida al paseo del mismo lugar. Allí, a la sombra de los viejos árboles que había visto crecer desde que eran arbustos, ofrecía a los turistas un recuerdo fotográfico de su paso por la capital chilena. Sorprende saber que don Marcos hizo sus rutinas en la misma plaza por cerca de 70 años, toda una vida consagrada a las artes de la fotografía popular, de la que llegó a ser uno de sus principales exponentes en el país. No tenía problemas en compartir su espacio con otros trabajadores del oficio, pero parece haber sido el que estuvo más tiempo en ella y acaso el último que permaneció allí, de cara al desaparecido Cine Santa Lucía y vecino a los edificios de la Biblioteca y el Archivo Nacio

MANUEL SEGUNDO MUÑOZ: EL LUGAR PARA CHAMPITA EN UN MUSEO

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  En el Museo Histórico “Julio Abasolo Aldea” de la calle Caupolicán en Angol, con colecciones, archivos y una biblioteca que fueron armados y mantenidos por el investigador histórico local Hugo Fito Gallegos Bravo, hay una vitrina en donde puede verse la fotografía de un anciano con largas barbas y de ropas haraposas, un indigente: el Champita . Resulta algo extraordinariamente raro el que un mendigo de cualquier localidad llegue a tener tanta popularidad y fama como para ganarse una pequeña mención en un museo histórico, especialmente cuando se trata del único con estas características en toda la ciudad de Angol. Sin embargo, parece que el Champita llegó a tener méritos de sobra para semejante distinción. Allí en las instalaciones de este centro cultural, entonces, permanece acompañado de la siguiente reseña para la comprensión del público:

ALBERTO HURTADO: CUANDO EL PADRE GANÓ ALAS DE SANTO

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Muy probablemente, el lector será de la opinión de que ya existen suficientes biografías de Alberto Hurtado Cruchaga y relaciones sobre sus sacrificios a favor de los abandonados, especialmente desde que el Vaticano lo canonizó ante el aplauso de los admiradores de su obra, católicos y no católicos, religiosos y laicos. Compartiendo en plenitud esta observación, también se hace patente el que, desde antes de ser elevado a la categoría de santo, resultaría difícil poder decir algo nuevo sobre el insigne personaje, salvo en alguna en investigación biográfica sobre los aspectos de su corta pero interesante vida.

JOSÉ MIGUEL Y RICARDO DODDS: LA LEYENDA DE LOS VADULLI EN LAS CALLES DE ARICA

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  Hay personajes callejeros que, como los ya míticos hermanos Vadulli, llegan a tener los niveles de popularidad asombrosos, cruzando dos o más generaciones con su leyenda. Y aunque fueron famosísimos en la ciudad de Arica, resultan inmensamente desconocidos en el resto del país, razón por la que fueron de aquellos muchos emblemas que hacen a los ariqueños tales: quien desconozca la existencia de estos personajes, difícilmente podría ser considerado un auténtico habitante de la nortina urbe. Convertida su memoria en parte de la identidad local, entonces, se trataba de dos sujetos reconocidos como "locos lindos" callejeros que han generado una especie de culto con su presencia en las calles céntricas de la ciudad nortina, cada uno con un distintivo, características personales y hasta aspectos físicos opuestos, pero que, a su vez, se han llenado de anécdotas e historias creativas sobre cuál sería el origen común de tan intrigante par de

IRENE VÉJAR: LA MISTERIOSA "BOMBERA" DE LOS ÁNGELES

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Tía Nena o Nina de decía su familia, antaño, así como sus amigos más cercanos. Pero la comunidad de Los Ángeles, en la provincia homónima, la conocía simplemente como "la Bombera", recordándola así hasta ahora. Su nombre real era casi desconocido, sin embargo: Elsa Irene Véjar Pérez. Muy pocos los sabían, salvo quienes conocieron sus tiempos más cuerdos y mentalmente sanos, que habían quedado muy, muy atrás. La mujer que después vagaba por aquellas calles, era otra persona por completo diferente. Los extraños atuendos con los que paseaba por el centro de la ciudad, inducían al apodo de "la Bombera" y a confusiones sobre su razón de andar diariamente por las calles, acaso como esperando el advenimiento de un secreto milagro o resolviendo un misterio íntimo al que nunca le pudo hallar salida. Los angelinos intentaban explicarse su caso de todas las formas posibles, entonces, siendo la historia más popular, qui

"YO PIDIENDO, NO ROBANDO": RAMÓN BELMAR, EL TÍO DE TODOS EN COYHAIQUE

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Podría parecer raro que las ciudades con climas extremos, especialmente las más frías o lluviosas, tengan mendigos ancianos en su fauna humana-urbana más pintoresca y característica. Lo usual, o más bien lo esperable, es que sobrevivan (sí, así de cruel como suena) principalmente los más jóvenes, tanto por la resistencia física como por la capacidad de movilizarse a otros destinos con mayor facilidad, eludiendo temporales o nieves. No facilita mucho las cosas el que ciertos vagabundos lleguen a establecerse en precarias viviendas tipo "rucos", pues la protección que estas suelen brindar a sus humildes moradores, por lo general queda neutralizada con los climas menos benignos. Hay excepciones más notables, sin embargo; o, mejor dicho, demostraciones de que eso no es tan real. Una de ellas la constituía el abuelo indigente Ramón Belmar Roldán, de Coyhaique, de la Región de Aysén del General Carlos Ibáñez del Campo. Fue un incansable luchador contra con

EL CABRO EULALIO: VERSOS SANGRIENTOS PARA UN MÍTICO HAMPÓN

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"El sol no es moral ni inmoral; lo mismo sale para un santo que para el Cabro Eulalio" , escribió Joaquín Edwards Bello en su novela "La chica del Crillón", de 1935. Las calles de Santiago fueron todo para el Cabro Eulalio: su lugar de actividades dentro y fuera de la ley, su refugio ante la mano de la justicia, sus cómplices y también el lugar de su último calvario, según su extensa leyenda personal. La Plaza Almagro y sus recovecos, a espaldas del gran templo del Santísimo Sacramento se volverían el teatro principal de operaciones en donde pudo establecer su reinado y su verdadero mito en la historia delincuencial chilena. Periodistas, intelectuales y poetas compartieron mesas con el Cabro Eulalio, ya sea en el mencionado sector de los teatros de calle San Diego o en el llamado "barrio chino" de calle Bandera en Mapocho, además de las cuadras alrededor de los mercados en La Chimba. Grabó a fuego su nombre controlando negocios nada transparentes, de eso

LA LOCA MARIÓN: UNA NINFA CON CICATRIZ EN EL ROSTRO

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Con una época dorada más o o menos desde los años treinta hasta fines de los cincuenta, en los vecindarios cercanos a avenidas 10 de Julio Huamachuco y Manuel Antonio Matta en Santiago, por ahí en las puertas del Barrio Matadero, existió una extraordinaria concentración de casitas de remolienda distribuidas en pocas cuadras y ubicadas hacia la conjunción de la calle Lira con la actual Antonio Ricaurte, el alguna vez célebre sector de Los Callejones de Ricantén y Raulí, todo un barrio rojo de la época.

POLIDORO YÁÑEZ: AL RESCATE DE NIÑOS DESDE EL INFIERNO

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El caso de Polidoro Yáñez Andrade ha comenzado a ser redescubierto y revalorado muy recientemente, a pesar del indigno olvido en el que había quedado su esfuerzo y -por qué no decirlo- también su legado. Pocas obras llegan a ser tan conmovedoras y dignas de un guión social como la que protagonizara este desconocido señor, aún muy mal premiado por la memoria histórica y ajeno a todo memorial público dedicado a su actuación benefactora.

ROQUE O’HIGGINS: ¿EL BISNIETO DEL PRÓCER DON BERNARDO?

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Eran los años del Frente Popular en Chile, en plena Segunda Guerra Mundial, y un sorprendente hecho de origen circunstancial puso en conocimiento público la existencia de un personaje insólito, el que provocó cierta atención de las noticias en esos días luego de que alguien lo descubriera al reconocer su inconfundible apellido... Fue un hecho infravalorado por la historiografía o, acaso, un bien urdido truco comunicacional, casi cercano a famosos fraudes como el del falso Billy The Kid o la Anastasia de Rusia impostora.

FRAY CRISÓGONO SIERRA Y VELÁSQUEZ: EL SANTO NEGRO DE ATACAMA

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Fray Crisógono Sierra y Velásquez, más recordado como el Padre Negro , lleva décadas convertido en un verdadero santo informal de la Región de Atacama, particularmente en los poblados ubicados en la ruta del valle del río Copiapó, en Caldera y sus alrededores. La inocencia que se observa en la biografía y las representaciones de aquel hombre que recorría a lomo de mula calles y carreteras de la provincia, contrasta con la energía cegadora de su hoja de vida, como ente capaz de construir una historia hermosa con esfuerzos humanos y también otros sobrenaturales, según lo que ha ido quedando cristalizado en su leyenda.

EL LOCO WILHELM: UN GENIO EN UN MANICOMIO

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Un hijo de la sureña ciudad de Osorno ofreció, hacia los años treinta y cuarenta, uno de los casos más curiosos entre los típicos locos conocidos y apreciados por todos, como si se tratara de una distinguida personalidad local, tanto en su tierra natal como en sus salidas por el barrio de avenida La Paz cercano al Cementerio General en Santiago. En este caso, sin embargo, se trataba también de un tipo con rasgos probados de genialidad y bastante más cordura de la que podríamos esperar por su situación de vida. Fue descubierto por reporteros de un diario de Santiago en 1940, despertando así su breve cuarto de hora de fama, que lo convirtió en otra de las leyendas ya olvidadas de la sociedad chilena de entonces.

DOMINGO ZÁRATE VEGA: PASIÓN, GLORIA Y OCASO DEL “CRISTO DE ELQUI”

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  Muchos de los rasgos “espirituales” y de las construcciones de atractivos especiales para el Valle de Elqui en la Región de Coquimbo, en cuanto a su oferta turística de experiencias culturales fuera de sus magnificas frutas, paisajes, viñedos y producción pisquera, corresponden a rasgos de folclore, neofolclore y tradición mística popular, como se sabe. Están allí las leyendas de fantasmas, historias de brujos, chonchones o tuetués , cartomantes, extraterrestres, adivinos y disciplinas que forman parte de la propuesta tradicional del valle desde hace varios años ya, pues su promovida identidad mística no es cosa nueva y se inició en la primera mitad del siglo XX con un personaje que hoy es escasamente recordado, incluso en esos encantadores parajes.

SALUSTIO SÁNCHEZ OTEÍZA: EL HOMBRE INCANDESCENTE

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"Era un hombre fúnebre, de brazos rígidos, metido en levitón de corte arcaico y tocado de un colero prehistórico. Parecía de esos modelos de aserrín que tienen en los museos de la vestimenta para indicar cómo se vestían los caballeros en tiempo de Maricastaña" (Joaquín Edwards Bello en revista "Zig-Zag" del 15 de enero de 1955, artículo "Agenda 1900"). El Santiago de inicios del siglo XX, hasta más o menos los días de la Gran Guerra, conoció en sus calles a un personaje que causó gran atención de intelectuales y bohemios, saltando su memoria a las líneas de ciertas obras literarias de algunos de los más importantes escritores nacionales que tuvieron la suerte de conocerlo: don Salustio Sánchez Oteíza. De entre los varios bichos raros que rondaban la ciudad capital por aquellos años, el extraño y algo controvertido señor destacaba especialmente, al punto de que su excentricidad lo convirtió en un símbolo

GOYITO, CHAYOMOCO Y MAC KAY: LOCOS Y TONTOS EN LA CHIMBA DE SANTIAGO DEL 1900

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El barrio de Recoleta en Santiago fue, en la primera mitad del siglo XX, un territorio extrañamente libertario e indulgente para una ciudad tan llena de rencores como es la capital. Convivían hasta fascistas a comunistas en sus calles, incluso saltando sobre sus diferencias políticas a la hora de tener que defenderse durante escaramuzas, cuando estas sucedían en otros lados de la ciudad. A pesar de este ambiente pueblerino y fraterno, sin embargo, sus calles y plazas varias veces fueron escenarios de expresiones poco amistosas para las diferencias, aunque vinculados más bien a las cuestiones religiosas mezcladas con el partidismo, de preferencia en plenas elecciones y con elementos externos al barrio participando. Quizá esto también era parte de ese ambiente pintoresco que caracterizaba a la antigua avenida Recoleta y sus villas.